Ayer, mientras viajaba en autobús de vuelta a casa, alguien me ofreció cederme su sitio para que me sentase. Agradecí el ofrecimiento pero lo rechacé.
La persona que me lo ofreció, una chica joven de escasos veinte años, me miró brevemente y utilizando la formula de cortesía que habitualmente se usa en estos casos (la misma que yo hubiera utilizado en circunstancias similares) me preguntó si me gustaría sentarme.
Es la primera vez. Tengo 44 años y es la primera vez que me hacen ese ofrecimiento.
No me lo puedo quitar de la cabeza. ¿Tengo ya aspecto de necesitar sentarme en el autobús? Siempre pensé que eso llegaba más tarde, con 50, 60 años... ¿A que edad se le cede a alguien el asiento en el autobús? ¿Represento ya esa edad?
En fin, que como ya decía Silvio Rodríguez, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos...
La persona que me lo ofreció, una chica joven de escasos veinte años, me miró brevemente y utilizando la formula de cortesía que habitualmente se usa en estos casos (la misma que yo hubiera utilizado en circunstancias similares) me preguntó si me gustaría sentarme.
Es la primera vez. Tengo 44 años y es la primera vez que me hacen ese ofrecimiento.
No me lo puedo quitar de la cabeza. ¿Tengo ya aspecto de necesitar sentarme en el autobús? Siempre pensé que eso llegaba más tarde, con 50, 60 años... ¿A que edad se le cede a alguien el asiento en el autobús? ¿Represento ya esa edad?
En fin, que como ya decía Silvio Rodríguez, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos...
Hola a me sucedió esto cuando me comezaron a decir señora (en México generalmente se emplea para la gente grande), pasé muchos días meditando cuál aspecto de mí refleja que soy una señora: mi cuerpo, mi manera de hablar, mi forma de vestir, mi manera de hablar, no encontré explicación ya que en el lugar donde trabajo (una universidad) soy la chava (la de menos edad). Lo que sí reconozco es la crueldad que solía tener a los 20 años cuando a una persona de más de 28 la consideraba vieja, es decir una señora o un señor.
ResponderEliminar