Ayer, mientras viajaba en autobús de vuelta a casa, alguien me ofreció cederme su sitio para que me sentase. Agradecí el ofrecimiento pero lo rechacé.
La persona que me lo ofreció, una chica joven de escasos veinte años, me miró brevemente y utilizando la formula de cortesía que habitualmente se usa en estos casos (la misma que yo hubiera utilizado en circunstancias similares) me preguntó si me gustaría sentarme.
Es la primera vez. Tengo 44 años y es la primera vez que me hacen ese ofrecimiento.
No me lo puedo quitar de la cabeza. ¿Tengo ya aspecto de necesitar sentarme en el autobús? Siempre pensé que eso llegaba más tarde, con 50, 60 años... ¿A que edad se le cede a alguien el asiento en el autobús? ¿Represento ya esa edad?
En fin, que como ya decía Silvio Rodríguez, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos...
La persona que me lo ofreció, una chica joven de escasos veinte años, me miró brevemente y utilizando la formula de cortesía que habitualmente se usa en estos casos (la misma que yo hubiera utilizado en circunstancias similares) me preguntó si me gustaría sentarme.
Es la primera vez. Tengo 44 años y es la primera vez que me hacen ese ofrecimiento.
No me lo puedo quitar de la cabeza. ¿Tengo ya aspecto de necesitar sentarme en el autobús? Siempre pensé que eso llegaba más tarde, con 50, 60 años... ¿A que edad se le cede a alguien el asiento en el autobús? ¿Represento ya esa edad?
En fin, que como ya decía Silvio Rodríguez, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos...