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29 marzo 2009

Otro pequeño laberinto...

Llevo unos cuantos días dándole vueltas a un asunto y no acabo de encontrar el hilo que me ayude a salir del laberinto. Espero que solo sea torpeza mía…

Por distintas razones y en diferentes circunstancias me he atrevido a afirmar en dos ocasiones en las últimas semanas que una de las principales razones de la existencia de cada uno de nosotros es, o debería ser, el ser mejores cada día. Por supuesto, no estoy hablando del “buenismo” sino de la capacidad para asumir los aconteceres de cada día para crecer como personas y enriquecernos a la vez que enriquecemos a las personas que están a nuestro alrededor.

Vaya por delante que creo que esta es una forma bastante digna de darle un sentido a la vida y que si bien esta actitud es compartida por una cantidad importante de personas no me voy a engañar pensado que es un precepto de cumplimiento universal ni una verdad absoluta.

Lo que me desasosiega respecto a todo esto es lo fácil que resulta aconsejar a los demás acerca de la conveniencia de hacer un esfuerzo para superar la adversidad y sobre el maravilloso efecto enriquecedor que estas penalidades suplementarias nos va a reportar.

Además ¿qué validez le podemos otorgar a una supuesta verdad de este tipo, más allá del propio ámbito individual? ¿No se tratará al fin y al cabo, y como tantas otras cosas, de una muleta para seguir adelante? Supongo que no tendría nada de malo que así fuera pero entonces, ¿con qué legitimidad me atrevo a dar palabras de consuelo que podrían ser castillos en el aire…?

Todo esto se ha entremezclado con la lectura de un librito de María Zambrano (“La Confesión. Genero Literario”, que ya comentaré en otra entrada cuando lo termine) donde se habla mucho de la búsqueda de la verdad y un artículo que apareció hace un par de semanas en El País titulado “Leer en tiempos de crisis” (Manuel Fernández-Cuesta) y que me aportó un punto de vista diferente respecto a la lectura y individualismo.


Mézclese bien todo esto, agítese con vigor y ya tenemos organizado un pequeño lío que, en una cabeza poco despierta como la mía, se convierte en embrollo. En fin, los laberintos llevan implícita la búsqueda de la salida… Habrá que seguir buscando y averiguando. ¿Quizá así aprendamos a mejorar?

24 marzo 2009

Más paseos primaverales

La visita de la semana pasada a la Quinta de los Molinos me dejó tan buen sabor de boca que aproveché la tarde del sábado para visitar otro de los jardines famosos de Madrid y que aún no conocía. Se trata del Parque El Capricho, mandado construir entre finales del siglo XVIII y el primer tercio del XIX por la Duquesa de Osuna.

El lugar es magnífico, de verás, merece muchísimo la pena un
a visita. Aún siendo de dimensiones relativamente reducidas (unas 14 hectareas) cualquiera de sus rincones tiene un encanto especial, sobre todo por el hecho de haberse diseñado con áreas de características diferenciadas que hacen aún más amena la visita. Es como si hubieras recorrido en una sola visita cinco o seis jardines con personalidades diferentes pero que a la vez se integran de forma asombrosa creando un conjunto único.

No quiero ni imaginar lo que sería el lugar si, además, se cuidara un poco el edificio principal que está un tanto deteriorado.

Imprescindible.






22 marzo 2009

Lolol

Mi amiga M.J. me envía desde Chile un par de ejemplos de puertas fotografiadas en un pequeño municipio situado al sur de Santiago que se llama Lolol.

Por lo que he podido averiguar, se trata de un lugar protegido por su arquitectura de carácter colonial y por sus tradiciones.



Me gustan, especialmente la primera, la azul, que da una sensación tremendamente elegante a pesar de lo simple de los materiales. Es curioso que además las dos estén protegidas por un pórtico delantero que las enmarca y les da majestuosidad.

Supongo que si el resto del pueblo es como este par de puertas merecerá muchísimo la visita.

20 marzo 2009

Tristes y mustios...

He estado muchos días sin postear y entre semana no he podido reflexionar sobre nada. El dichoso trabajo es como una anestesia que nos convierte en autómatas.

Esta tarde he decidido darme un pequeño respiro y olvidarme de obligaciones. Así que me he puesto a escribir (porque uno de los beneficios colaterales de este blog es su acción terapéutica, me ayuda a relajarme) y en eso estoy.

En primer lugar quisiera recomendar una página web. Se llama Maplecroft Maps y en ella se ofrece una colección de mapas del mundo sobre temas económicos, políticos, sociales y medioambientales además de información detallada de cada tema obtenida de diversas instituciones internacionales.

Todo esto viene a cuenta de una de las cuestiones que ha estado esta semana en boca de todo el mundo: SIDA - Preservativos - África - Benedicto dixit.



Global Maps of HIV/AIDS 2008 (Maplecroft Maps)

No entiendo ese tipo de comentarios lanzados alegremente y que en mi opinión solo pueden ser causados por demencia (transitoria o permanente) o por la peor de las maldades. Lo siento, pero es fanatismo, estrechez de miras y la más absoluta de las indiferencias por el sufrimiento humano y por la salud pública.

Todo esto no tendría mayor importancia sino fuera porque acaba teniendo influencia poniendo en peligro muchos de los esfuerzos internacionales hechos al respecto y al final, no lo olvidemos, causando muertos.

Supongo que no hay forma de impedir que determinadas personas propaguen tal cantidad de inmundicia pero nos corresponde a todos los demás crear un entorno hostil que al menos les haga pensar antes de hablar.

El único consuelo que encuentro en estas ocasiones es el percibir que poco a poco se van quedando en evidencia y que se están cavando su propia ruina... El triste de Ratzinger se atreve a decir, después de lo de los preservativos, que la liturgia en África es demasiado alegre... O sea, nada de follar, nada de prevención, nada de cantar, no a la alegría...

Son unos tristes y unos mustios.

Cuando marzo mayea...

Ayer por la tarde, después de una semana de trabajo bastante dura y desagradable, salí con Alberto a disfrutar de esta primavera adelantada que estamos teniendo en Madrid.

Es en esta época cuando Madrid se pone más guapa, cuando la luz se hace más limpia y cuando salir a la calle es siempre una sensació
n agradable. La ciudad se transforma tanto que realmente parece otra.

Aprovechando las circunstancias estuvimos disfrutando de u
no de los parques menos conocidos de Madrid: La Quinta de los Molinos.

Este parque se encuentra en el Distrito de San Blas muy cerca de Ciudad Lineal (Suanzes) y del cruce Alcalá-Arturo Soria. Es un lugar sorprendente por varias cuestiones pero especialmente por dos:


1º A pesar de encontrarse en el centro de Madrid hay poca
gente siempre, se respira tranquilidad y sosiego, está impecablemente limpio, y (¡oh milagro de los milagros!) no tiene bares, ni chiringuitos, ni puestos de venta de chuches...

2º En marzo florecen los cientos de almendros formando un espectáculo maravilloso.


Lo cierto es que hemos ido un poco tarde y que seguramente la semana anterior tuvo que estar aún más espectacular porque ya se han empezado a caer las flores y a crecer las hojas, pero aún así la visita mereció la pena.

Os dejo unas fotos.

13 marzo 2009

Laguardia

Dos fotografías tomadas en junio de 2007.

Se trata de dos puertas de casas del centro histórico de Laguardia, en la Rioja Alavesa.

Sobrias, recias, fuertes... Bellísimas.

Fin de semana: Portugalete

En unas horas, salgo junto con Alberto a pasar en fin de semana a casa de mi madre, en Portugalete. No volvíamos desde Año Nuevo/Reyes (los zapatos para los regalos de Reyes siempre se ponen en casa de mi madre) y ahora ya me apetecía.

Cada vez vamos menos así que cuando finalmente nos dejamos caer por allí el asunto se convierte en una reunión familiar: mi madre, mis hermanos, mis cuñadas y mis sobrinos, que cada día están mas guapos (aquí es donde me tengo que poner el babero para no mojarme demasiado)...

Y aparte de vernos, pues hacemos lo que se suele hacer en estas ocasiones, o sea, comer (y beber). Todo tremendamente tranquilo y agradable.

Luego el trauma es regresar el domingo a Madrid, tragarte cinco horas de autobús, llegar tarde a casa, madrugar al día siguiente... De todas formas, siempre merece la pena y a los "inconvenientes" se les ignora y ya está.

Siempre he pensado, y cada vez lo tengo más claro, que tengo una suerte inmensa con mi familia, porque cumplen (cumplimos) con el papel que nos corresponde y que no es otro que el de "estar ahí", ser una referencia.

En los tiempos que corren hay muchos "roucos" y "benedictos" empeñados en acusarnos de cientos de miles de cosas, entre ellas la destrucción de la familia. No deja de ser una solemne tontería, peligrosa como todo lo que tiene que ver con los "hombres santos", pero tontería al fin y al cabo.

Lo verdaderamente importante es que en la familia, como la sociedad en la que vivimos, gana terreno la tolerancia y la integración. Se acabaron los corsés rígidos creados al dictado de mentes preclaras. Y, si no se acabaron, ese debería ser el camino a seguir, paso a paso...

Y bueno, basta ya de rollos... ¡que me voy de "finde"!