Ayer por la tarde, después de una semana de trabajo bastante dura y desagradable, salí con Alberto a disfrutar de esta primavera adelantada que estamos teniendo en Madrid.
Es en esta época cuando Madrid se pone más guapa, cuando la luz se hace más limpia y cuando salir a la calle es siempre una sensación agradable. La ciudad se transforma tanto que realmente parece otra.
Aprovechando las circunstancias estuvimos disfrutando de uno de los parques menos conocidos de Madrid: La Quinta de los Molinos.
Este parque se encuentra en el Distrito de San Blas muy cerca de Ciudad Lineal (Suanzes) y del cruce Alcalá-Arturo Soria. Es un lugar sorprendente por varias cuestiones pero especialmente por dos:
1º A pesar de encontrarse en el centro de Madrid hay poca gente siempre, se respira tranquilidad y sosiego, está impecablemente limpio, y (¡oh milagro de los milagros!) no tiene bares, ni chiringuitos, ni puestos de venta de chuches...
2º En marzo florecen los cientos de almendros formando un espectáculo maravilloso.
Lo cierto es que hemos ido un poco tarde y que seguramente la semana anterior tuvo que estar aún más espectacular porque ya se han empezado a caer las flores y a crecer las hojas, pero aún así la visita mereció la pena.
Os dejo unas fotos.
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