En junio de 2007 me fui con Alberto a Helsinki y aprovechando los barcos que unen la ciudad con Estonia hicimos una excursión de día a Tallín, su capital.
Estuvimos todo el día en el centro histórico de la ciudad y no salimos para nada a ver la ciudad moderna, en primer lugar porque hay muchísimo que ver y en segundo lugar porque lo poco que se percibía de la parte moderna no era muy atrayente.
El centro histórico de Tallín es espectacular, de veras, parece una postal. Los estonios han entendido rápidamente que se puede hacer mucho dinero con el turismo y han tardado poco y menos en sacar partida a un material ya de por sí excelente. La ventaja, una ciudad esplendorosa; el inconveniente, las hordas de turistas.
En cualquier caso es una ciudad para admirar poco a poco y fijarse en los detalles. Aquí os dejo uno, esta vez de la serie "Puertas".
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